domingo, 30 de octubre de 2011

... UNA HISTORIA



María hubiera querido un papa regañón y celoso y una mamá que le hiciera cuarto o que por el contrario fuera sobre protectora, pero como fuesen o no, es lo de menos porque ella solo quería el calor de una familia, un nido que la protegiera, que nunca la dejara sola…

El día en que maría conocería su nuevo hogar, su hermana mayor le puso el vestido de la navidad anterior, las sandalias de siempre y le hizo una cola a un lado de la cabeza. Salió de la casa con su padre a las 8:00 de la noche, sin tener presentimiento alguno debido a que en su genuina mente solo podría caber la idea de un paseo, y en eso se convirtió el viaje de lejanías meta, a un pueblo cercano a Ibagué (Tolima) fueron aproximadamente 10 horas en bus, el frio de la madrugada hizo que maría callera en un sueño profundo, mientras su padre se notaba pensativo e inquieto. Posiblemente el hecho de dejar a una hija en un lugar donde la cuidan no trae consecuencias, pero empieza a ser descabellado cuando se encuentra a tantos kilómetros. María había sido la afortunada de emprender la marcha, don Joaquín no podía cargar con la responsabilidad de cuidar a 3 hijas propias y 2 de su esposa que padecía una enfermedad mental.
Era una mañana radiante, con una brisa que llegaba a través de los cultivos frutales, tanta belleza se le atribuía al esplendoroso mes de febrero de ese entonces, sin embargo cuando María se despertó, se hayò en una cama improvisada, y no había nadie conocido, sintió como el cielo se ponía turbio y bajaba para caer sobre su pequeño cuerpo de tan solo 2 años.
Su papa no le dijo” te veo luego, vendré mañana a recogerte, o tienes que quedarte aquí porque voy a trabajar” No se despidió. Cualquier excusa hubiera prevenido el llanto insaciable de maría, pero a nadie se le ocurrió.

María creció con el tiempo, y con ella miles de preguntas, ¿Acaso ella fue culpable de que la dejaran allí? O quizás ¿Se habría portado tan mal, como para que la dejaran abandonada?
El hogar era muy frívolo y vacio, no guardaba remordimientos, solo albergaba un sentimiento y era el del abandono, pero María tarde que temprano se iba a acostumbrar.
En aquel lugar todos los niños trabajaban y en sus manos estaba la obligación de hacer mandados como ir al bosque y traer leña, estar pendiente de la huerta y no descuidar los animales, pero allí había un joven con instinto animal que no perdía oportunidad para acosarla. Siempre me tocaba la panocha cuando iba a la huerta, dice María.

Con tan solo 6 años de edad María lograba escapar y así fue siempre, aunque en su cuerpo quedaba un aroma desagradable, y en su boca la sensación de un beso amargo y horrible digno de un cerdo.
Tuvieron que pasar 5 años más para que su padre regresara por ella. La noche anterior la encargada del hogar le dió un buen plato de comida y postre 2 veces, le preguntó si tenía toda la ropa limpia, y se interesó por ella como nunca lo había demostrado; se acostó y cuando despertó, vio a un viejo desconocido sentado en el antejardín.
Era un día normal para María, aunque la vida le estuviera dando la oportunidad de conocer por segunda vez al hombre que la había engendrado.
Cuando salieron de de aquel lugar, que sin duda alguna se había convertido en un hogar para María, su único refugio, su única salvación regresaron a su casa en Lejanías. El viaje fue más lento, el bus hizo muchas paradas, hubieron muchas horas de silencio y tensión, al parecer don Joaquín no hablaba mucho, tal vez el hecho de tener una hija que ni siquiera puede reconocer a ciencia cierta le impedía estar tranquilo, o por otro lado el hecho de que tuviera que llevársela otra vez para la casa, sin embargo no paso mucho tiempo… La situación en la casa fue la esperada, María no se entendía con su padre, tal vez las preguntas que se había hecho de niña se respondían ahora. Ella no se había portado mal, el único culpable había sido su papá.
Aquel viejo que se dedicaba al trabajo en el campo no podía sostener 3 niñas, las 2 mayores se podían cuidar solas, ya trabajaban, pero ¿Y María?

A don Joaquín no le quedó otra salida que mandarla para Bogotá donde una tía llamada Aracelly. María se sintió en un cuento de princesas, solo que ella no tenia príncipe azul, sino una cocina por arreglar todos los días, unas primas malcriadas a quienes le tenía que lavar la ropa y una tía que debería tener por nombre Cruela para así quedar como cenicienta.
Sus primas estaban estudiando, su tía estaba donde algún amante mientras su marido trabajaba, y María preparaba su huida, no iba a vivir más con su tía, no le importaba tener al menos lo del bus y un pan de 200, con tal de no pasar medio segundo de vida allí, pero de repente la puerta se abrió y la tía se dió cuenta de los planes de María, así que sin más ni menos, le dió una paliza que nunca se le olvidaría, juró nunca olvidarlo.

Los días siguieron, junto con las humillaciones por parte de sus primas, y el respetable Alfonso, esposo de su tía, se le fue acercando más a María, con el ánimo de hacerle el daño.
No perdía oportunidad, cada vez que ella estaba en su cuarto él entraba sucio y maloliente a manosearla de la cabeza a los pies, y a besarla sin vacilar, sin embargo había algo más tormentoso para María y era el hecho de que su tía no le creyera ni media palabra.

La noche llegó más temprano que de costumbre, María había terminado sus oficios más rápido de lo normal y a eso de las 9 de la noche, doña Aracelly mandó a su sobrina a recoger un dinero donde uno de sus amantes en Usme, ubicado al otro extremo de la ciudad.
Siendo las 11 de la noche María llegó a donde su tía le había ordenado. –Esta niña, dijo Gonzalo –dile a tu tía que eso es un solo un préstamo, para que se siga portando bien- de repente el frio de la madrugada no tardó en expandirse sobre la cuidad, y con ella el temor sobre el cuerpo de una niña de 12 años. Su respiración se torno más agitada, el corazón empezó a latir más fuerte al punto de querer salir, sus pies agilizaron el paso y de repente se vio envuelta en una encrucijada. Un tipo la estaba siguiendo pertinazmente y ella no podía hacer nada para esconderse, tenía mucho miedo, y se sentía como cuando quieres gritar y no lo puedes hacer porque hay mucha gente. El problema era que ella quería buscar refugio en alguien, pero aquella madrugada de diciembre no había absolutamente nadie, solo los perros que aullaban, un tipo de estatura media bien abrigado y su indefenso cuerpo que servía de carnada a la vez.

No pasaron 2 minutos y el hombre la amenazo con un puñal, eso fue como ver la muerte a los ojos, pero no sabía lo que le esperaba, sin más ni menos fue conducida hacia un potrero. A maría le iban a quitar aquello tan puro que ella había prometido entregar después del matrimonio. En medio de aquel potrero, el frio le calcinaba las venas, cada beso era como una bofetada, y cada bofetada era como si le estuvieran quitando la vida. De repente se acercó un hombre _ es mi salvación- pensó María. Se oyó un disparo y de inmediato aquel hombre de estatura media se puso de pie y le cedió el lugar a un hombre gordo y alto de muy mal aspecto, de mirada penetrante y asquerosa. Él hizo de las suyas; desayuno, almorzó, y cenó con su cuerpo, y a María, a la que habían abandonado a los 2 años, la que tenía una mamá loca y un papá que no podía con ella, fue besada, manoseada y violada por un hombre sin el menor remordimiento.
María regresó a casa bañada en lágrimas, no la habían robado, la habían matado en vida, le habían hecho mucho daño, habían jugado con su inocencia, pero la tía no le creyó.


Tras 2 largos y tormentosos años maría fue devuelta con su papá. Para ese entonces ella ya debía tener 14 años y vivían en una finca en el departamento del Meta. Su familia estaba integrada por su papá, y su hermana menor Gabriela. En el momento en que más necesitaba del apoyo incondicional de una madre, no la tuvo y eso sólo podría ser un castigo de mi Dios. Mientras su mamá deambulaba por el pueblo más cercano su padre se sentó en aquel comedor de tabla y les dijo _Alguna de las dos debe irse para la guerrilla_ y el almuerzo concluyó con la decisión de María. Ella no iba a permitir que su hermana se fuera con aquellos “pillos” igualmente en lo profundo de su corazón albergaba el deseo de reencontrarse con aquel amor extraviado, con aquel amor que su padre había prohibido. Rubén no encontró otra salida, se vio tentado por la idea de integrar las filas armadas para encontrar en las balas una sensación de refugio y calidez tan grande como la que le había sido negada al lado de su primer gran amor.

La noche Cesó y con el cacareo de las gallinas aparecieron las Farc.
Un escenario demasiado tormentoso para una niña confundida. En la entrevista con su pupila, las Farc dieron coordenadas, prometieron estudio, juraron vida feliz y un reencuentro prospero con Rubén. Ya estaba todo preparado, en 24 horas vendrían por ella para cambiar aquellos zapatos de charol por unas botas de combate.
En la tarde María tuvo una larga conversación y por primera vez escuchó las palabras de un “Dios” en boca de un obrero. Carecía de fe, pero tal vez la insistencia del joven hizo que su mente reaccionara, y se resolviera a volársele a la guerrilla.
Empacó una cobija, se despidió de Gabriela y emprendió un viaje lleno de incertidumbre y desesperación. Eran las 6 de la tarde, en 12 horas la guerrilla estaría tocando a su puerta y no la iban a encontrar, así que la buscarían por cielo, tierra y mar para torturarla y hacerle pagar el pequeño error, o por el contrario secuestrarían a su hermana, y días después aparecería degollada en el monte.

Era hora de ir contra la marea, era hora de enfrentar sola sus miedos, estaba sola, como lo estuvo desde un principio, y era aquella sensación de persecución la que descartaba cualquier impresión de frío o hambre. No le importó caminar 2 horas en medio del barro, ni atravesar el rio, ni llegar al pueblo sin saber donde iba a pasar lo que quedaba de la noche.
Su huida resultó como lo esperaba, llego a Lejanías Meta y con ella un sentimiento de tranquilidad inmenso nunca antes sentido. María se volvió a enamorar y esta vez se fue a vivir con el chico y su familia; algo bastante normal para el trajín de su vida. Pasaron varios meses, hasta que María no resistía un minuto más bajo el techo de sus suegros. Jairo, su marido, se negaba la posibilidad de que pudieran sobrellevar una vida solos, no compartía la idea de vivir sin su mama y su papa aunque fuesen hermanos de sangre, y sin su hermana a quien la perseguían los espíritus.
No tarde mucho con él y se escapó, emprendió viaje hacia Villavicencio, con la ayuda de un conocido consiguió trabajo en un bar, y luego como niñera.
Era un festivo, día de descanso y María decidió contactar a su padre, de inmediato ella empacó su maleta y con lo que le quedaba de la quincena se regresó a Lejanías. Algo muy grave le estaba pasando a su madre. Estaba más enferma que nunca, salía desnuda a la calle y atentaba contra la población arrogando botellas y lo que encontraba a su paso.

Se hizo todo lo imposible para que la alcaldía brindara alguna ayuda, y así fue. Doña Luz Pudo ser internada en un sanatorio en la ciudad de Villavicencio. María se quedó allí con sus hermanas mayores, querían rehacer su vida, querían poner un alto en el camino, se interesaron por hablar con un Dios inexistente para ellas, y lo consiguieron. Conocieron de Dios y él empezó a moldear su carácter— era un momento de dicha y por su vida se cruzó otro hombre, pero fue en el momento menos indicado así que se enamoró perdidamente. María logró sentir lo que nunca había sentido, fue deseada y amada sin esperar nada a cambio, le propusieron matrimonio y ella aceptó, vivían en una pequeña casa, tenia los lujos necesarios y eran una familia. Nueve meses más tarde fueron papá, mamá e hijo. Sin embargo, su racha de mala suerte no había terminado. Nueve meses tuvo a su hijo en el vientre y tres días después de nacido la criatura murió sin mostrar síntoma alguno. Simplemente la muerte vino, visitó la casa y se llevó una vida. Con ella un pedacito de Cristian y María. Un día después de un año Cristian la abandonó, dejándola con los brazos cruzados, se llevó hasta la última cuchara y ella quedó sola con su mejor amiga. La soledad.

-Cuando uno conoce de Dios piensa que todo va a ser perfecto, pero no es así, porque él empieza a moldearnos- dice María

Pero ¿Cómo Dios puede llegar a ser tan injusto?

Por su mente desesperada se cruzó la idea de que no había más razones para que ella viviese. Lo único que ella quería era desaparecer de este mundo que le había dado amargura, y sufrimiento. –Si Dios todo lo sabe, debe saber que algún día me voy a suicidar- y esa noche era ese día, pero no sin antes viajar a Villavicencio y despedirse de su madre.
Llegó a Villavicencio a eso de las 10 de la mañana y las visitas eran hasta después de las 2 pm
Recordó lo que su compañero de viaje le había dicho: “Hay un congreso evangélico hoy a las 11 de la mañana y estas cordialmente invitada por si deseas conocer a Dios” estaba cerca del lugar indicado por aquel hombre, y decidió ir. Sentía una necesidad extraña, algo que la incitaba a no perder esta oportunidad.
Nunca se arrepintió de ir. Allí conoció de Dios, pero también un gran amigo, una persona incondicional, alguien que le hizo ver la importancia que tienen las cosas pequeñas.
Se quedó en Villavicencio trabajando en lo que fuese, y en compañía de su amigo visitaba a su madre todos los viernes.
Un año más tarde María se casó con su amigo, Franklin, más conocido como Frank. Fue amor a primera vista, fue como volver a nacer en un mundo lleno de sueños y fantasías, fue como encontrarle fin a una serie de acontecimientos infortunados para abrir cambio a un mundo donde solo existía amor, paciencia, respeto y comprensión.

“A veces olvidamos nuestras capacidades, nos quejamos y sentimos que somos las personas más desafortunadas del mundo_ Hoy en día sé que Frank es un eje, y estaremos unidos mientras que podamos levantarnos, trabajar y servirle a Dios. Sabemos que no nos falta nada, y por eso disfrutamos cada paso andado, damos gracias a Dios por cada día vivido y servimos a la gente cada que lo necesite” Dice María con una luz en sus ojos que irradia felicidad.

Hoy ella es amiga, hermana y mamá para muchos jóvenes que encuentran en ella una nueva voz. Hoy María está estudiando en una universidad, a pesar de que cuando llegó a Villavicencio y decidió transformarse solo había hecho hasta tercero de primaria.
En medio de la guerra sucia que se vive hoy en día, y en medio de tantos atropellos existentes por la ley de garantías, hay una mujer, una esposa, y una estudiante que nunca deja de lucharla, está dispuesta a olvidar todo en cada centímetro avanzado, y está preparada a perdonar a todos los que en algún momento hicieron de su vida un infierno.

Esta es la historia de María, una mujer que lucha por ser mejor cada día, que no se niega la posibilidad de aprender de los errores, y se esfuerza al máximo por conseguir su sueño que es ser una periodista, y fundar una radio que brinde mensajes a una sociedad convaleciente y dolida.


Muchas personas viven estancadas o se derrumban en el primer intento fallido. Éstas son las aspiraciones de María ¿Cuáles son las suyas?


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