martes, 29 de noviembre de 2011

QUE NOS GOBIERNEN LAS PUTAS


Para nadie es un secreto que el ex presidente Uribe fué un experto en manipular las cifras a su conveniencia ofendiendo y burlándose de los compatriotas que lo han perdido todo gracias al desplazamiento forzado. A buena hora sale a la luz un estudio realizado por la corporación jurídica Yira Castro, despojo de tierras. La verdad detrás del desplazamiento forzado, parte de su investigación es lo siguiente: Las zonas en las que se prevé la implementación de mega proyectos energéticos, mineros, o viales se convierten en regiones expulsadoras de población. El número de desplazados en las zonas de recursos mineros y energéticos supera 1.307.344 de personas. Después de Sudán Colombia es el país con mayor número de desplazados.

El desplazamiento forzado tiene mecanismos legales como: implementación de mega proyectos, “red de informantes” o créditos agropecuarios por parte de entidades financieras, y mecanismos ilegales como: amenazas, violencia indiscriminada, confrontación armada, homicidios, órdenes de desalojo y masacres. Este es sólo uno de los testimonios de las miles de personas víctimas de una problemática social que se fortalece día tras día. “Soy desplazada del Meta, tenía seis hijos, yo veía por mis hijos ya que el papá de ellos fue asesinado y tuve que hacerme cargo de las tierras, los sembrados y los animalitos, todos vivíamos del campo. Empezaron a decirme que tenía que salir de allí, porque si no salía, mis hijos tendrían que servirle al grupo armado que se la pasaba en esa región, que por el contrario si me iba, no les pasaría nada a ellos y en ese caso con lo que yo les podía colaborar era con la finca”

El desplazamiento es utilizado como arma de guerra pero sobre todo es una herramienta de acumulación económica y de expansión de la gran propiedad. Las políticas desarrolladas por los gobiernos afectan a la inmensa mayoría de la población colombiana, las personas que tienen que dejar sus tierras y sus vidas por un conflicto disfrazado de político. Alfredo Molano en su libro los desterrados dice: «Al terminarlo comprendí –agachando la cabeza en señal de profundo respeto– que el drama de mi exilio, a pesar de sus dolores, es un pálido reflejo de la auténtica tragedia que viven a diario millones de colombianos desterrados, exiliados en su propio país»

El desplazamiento no sólo conlleva inmensos costos humanos, sino también empobrecimiento acelerado. Han pasado muchos años, y las cifras siguen latentes, Colombia se ve afectada por serios problemas, pero mientras más años pasan menos importa, es más fácil hacerse el ciego que mover un dedo para buscar nuevas alternativas, es más fácil pensar en uno mismo y cerrar los ojos ante tanta injusticia, o que lo diga Uribe.

Cada vez se están generando más desplazamientos debido a invasiones de los territorios bien sea de carácter militar o político, y también por la corrupción, la bendita manía de hacer las cosas según los intereses económicos particulares. Claro ejemplo de esto los mega proyectos que aprovechan los recursos físicos y naturales del país, y expropian a muchos grupos étnicos y campesinos de sus territorios para darle paso a la empresa privada y a sus individualistas intereses.

En materia legislativa existe la Ley 387 de 1997, “por la cual se adoptan medidas para la prevención del desplazamiento forzado; la atención, protección, consolidación y estabilización socioeconómica de los desplazados internos por la violencia en la República de Colombia”.

Se supone que el estado responde por acción y omisión, en este caso no hay nada más que la frustración y tristeza de quienes lo pierden todo y difícilmente pueden surgir de las cenizas. Sin embargo, aun cuando esta ley existe, su aplicación ha sido evidentemente precaria, limitada, ineficaz y omitiva ya que no se ha logrado ni prevenir ni atender adecuadamente este fenómeno, eso sin mencionar que el Gobierno Nacional, con su política de guerra no ha prevenido, sino incentivado el desplazamiento forzado con su red de informantes.

Desde el otro lado de la ventana buscamos soluciones para sacar a este país de la pobreza, se pide educación, vivienda en fin, pero no pedimos paz, se olvida que el problema más rígido está a nuestra espalda, el departamento del Meta está entre los damnificados de este problema, pero ver gente durmiendo en los parques y pidiendo limosna en los semáforos, ya es una rutina y somos insensibles ante la cruda realidad. Colombia es una región que necesita un tratamiento especial luego de tantos años de pérdidas en todos los sentidos, pero si para el mismo gobierno es tan difícil esta tarea entonces que nos gobiernen las putas ya que sus hijos no pudieron.

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